TSE preside Comisión de Actualización y Modernización Electoral

Reformas o nueva ley electoral

Ernesto Sitamul[1]

Está por concluir el proceso electoral más turbulento de la historia (31 de octubre), según lo decidió el Tribunal Supremo Electoral -TSE-, en el Acuerdo 1-2023, por medio del cual convocó a elecciones generales. A pesar de la prolongada crisis por la judicialización, ya se comienza a hablar de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (Lepp), cuya tarea está encomendada a la Comisión de Actualización y Modernización Electoral -Came- (Art. 256 Bis, Lepp).

La judicialización debe ocupar la atención de los distintos actores que serán convocados, por el enorme impacto que ha tenido en el actual proceso, desde el período de inscripción de candidatos, pasando por la descalificación de tres binomios presidenciales, y el reconteo ilegal de escrutinios, hasta los allanamientos abusivos e ilegales del Ministerio Público en la sede del Tribunal Supremo Electoral y contra el partido ganador, Movimiento Semilla.

Es necesario que la coordinación de la próxima Came proponga a los participantes una guía temática de trabajo y una metodología, para asegurar resultados positivos en las áreas más sensibles, tras los múltiples problemas generados por acciones judiciales. También hay que preparar el ambiente de análisis y discusión en cuanto a prioridades y avanzar, primero, en los puntos en que haya coincidencias y, después, en los que sean notorias las diferencias.

El objetivo de este planteamiento es que el trabajo final sirva al TSE para formular la iniciativa de ley de reformas que debe enviar al Congreso de la República durante el mes de mayo de 2024, antes que finalice el primer período de sesiones ordinarias. Por la naturaleza y rango constitucional que corresponde a nuestra normativa electoral, el Congreso solo puede aprobar reformas, si cuenta  con un dictamen favorable de la Corte de Constitucionalidad (Art. 175 de la Constitución).

A mi parecer, los temas prioritarios para abordar en la Came deben girar alrededor del fortalecimiento del Tribunal Supremo Electoral, revisar la figura de la flamante “campaña anticipada”[2], la democratización de los partidos políticos, el sistema de selección de candidatos a diputados y la forma en que la ciudadanía los elige, y control del financiamiento privado a los partidos.

De la próxima reforma electoral, obligada, deberá salir una fórmula jurídica certera para que se garantice los derechos de las organizaciones políticas y de los candidatos, dentro de un marco de reglas claras y generales, y que en su defensa solo puedan acudir, excepcionalmente, a un tribunal externo al sistema electoral. La idea es que, contra una resolución de la magistratura electoral, solo quepa el Amparo, directamente ante la Corte de Constitucionalidad. La magistrada del TSE, Blanca Alfaro citó recientemente, en reunión con fiscales partidistas, la idea de un tribunal especializado en temas electorales, al recordar que por el lado del Ministerio Público existe la Fiscalía de Delitos Electorales.

El fortalecimiento de la democracia interna de los partidos debe incluir la garantía de participación de género en sus órganos de dirección, fijando un sistema de cuotas que se irá cumpliendo gradualmente, y como consecuencia directa, también en las propuestas de candidaturas al electorado. Asimismo, se puede considerar la obligatoriedad de realizar elecciones primarias para escoger candidatos, lo que también se relaciona con la forma de elegir -lista cerrada o abierta-. También hay que eliminar los privilegios partidistas como elegir candidatos a diputados y alcaldes, aunque el partido no tenga organización territorial.

Por supuesto, el camino para aprobar reformas electorales es azaroso, especialmente ahora que una alianza de partidos en el Congreso se ha entronizado en el poder en ese organismo, y con profundas ramificaciones y contactos en el Ejecutivo, el Organismo Judicial y otras instituciones, para aprovecharse de los recursos públicos, sin que sean perseguidos por la justicia. En estas circunstancias es obligada una pregunta: ¿Cuánto están dispuestos estos políticos a votar a favor de las reformas electorales? Durante la próxima legislatura 2024-2028, las bancadas mayoritarias serán las del oficialista Vamos, con 39 diputados, la Unidad Nacional de la Esperanza con 28, y el Movimiento Semilla, del presidente electo, Bernardo Arévalo, con 23 diputados.

Antes de las elecciones, el internacionalista Christians Castillo publicaba en la revista ANÁLISIS de la Realidad Nacional, #242[3], un artículo sobre el agotamiento del sistema electoral guatemalteco, por lo que propone su refundación; es decir, ya no más remiendos o parches, aunque esta propuesta es “palabra mayor”, pues conllevaría una reforma constitucional, incluso, menciona convocar a una Asamblea Constituyente.

Los tiempos políticos que estamos viviendo no son propicios para una reforma de esa envergadura, pero como algún analista político habría dicho, más o menos, así: nunca las condiciones son las apropiadas para el cambio, pero debemos provocarlas. Aunque en este caso sería un sendero distinto, porque en lugar de reformas, se trataría de una nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos.

A los interesados en conocer la propuesta de Christians Castillo, les dejo el LINK en la parte inferior de este artículo.

Jocotenango, 1 de octubre de 2023. Imagen tomada de Google.

https://ipn.usac.edu.gt/wp-content/uploads/2023/04/Hacia-la-refundacion-del-sistema-electoral-guatemalteco.pdf


[1] Opinión personal. El autor ha sido periodista. Es socio fundador de la Asociación IXIM, la cual realiza proyectos de educación cívica para el desarrollo local, por medio de la participación ciudadana.

[2] Por cierto, existe en una la CC un recurso para anular esa figura jurídica, por considerar que atenta contra la liberta de expresión, al limitar acciones de los candidatos a distintos cargos de elección popular.

[3] Revista digital del Instituto de Problemas Nacionales de la universidad de San Carlos -IPNUSAC-, 1-15 de abril de 2023, Guatemala.