Que la conversión siembre la paz, la libertad y la dignidad

El tiempo de espera, 14 de enero

Ernesto Sitamul

La judicialización política del presente año comenzó antes de las elecciones, lo que tuvo como consecuencia que algunos candidatos y candidatas fueran vetados de participar, después de costosos y engorrosos procesos legales. Y, posterior a las elecciones generales del 25 de junio, la arremetida judicial se volcó contra el binomio presidencial formado por Bernardo Arévalo de León y Karin Herrera, quien dio la sorpresa del año, al pasar a la segunda vuelta. Finalmente, una resolución de la Corte de Constitucionalidad permitió que participara el 20 de agosto, donde arrasó con votos a su contrincante.

No obstante, la contundente victoria, la criminalización persiste, junto a campañas de desinformación, emanadas de netcenters o cuentas anónimas en redes sociales, convertidas en portavoces a sueldo de actores antidemocráticos que se resisten a aceptar el resultado electoral, a pesar que éste representa la voluntad del pueblo, claramente expresada en las urnas.

En estas circunstancias, los más de cuatro meses entre la elección presidencial de segunda vuelta y la fecha de toma de posesión se ha vuelto una larga espera para llegar a ese momento histórico. Esa larga espera es valorada por la opinión pública, porque conlleva el cambio, y para ello los futuros gobernantes deberían estar dedicados a tiempo completo al proceso de transición. Sin embargo, la ofensiva judicial ha sembrado la incertidumbre y la zozobra, lo que ha obligado a Arévalo y Herrera, a dedicar valiosísimo tiempo a defenderse de toda clase de ataques.

Mientras tanto, la ciudadanía consciente, responsable y activa, han venido jugando un papel clave y determinante en este accidentando proceso político. Es meritorio mencionar a los alcaldes de los 48 cantones de Totonicapán y alcaldías indígenas de otras comunidades, así como ciudadanos de centros urbanos que se han sumado a la defensa del resultado electoral. Más de 60 días de protestas públicas, paros y plantones hablan de manera elocuente sobre la dignidad y la reserva moral del país, encarnada en el liderazgo indígena y social.

Decía el párroco de La Merced, Manuel Cubillas, en su homilía del primer domingo de adviento, que este tiempo es de espera, de preparación, de alegría, porque la humanidad se encamina a recibir el nacimiento del niño Jesús, hecho hombre. Así también, el liderazgo social guatemalteco sobre lleva en la actualidad una larga espera, y lo hace con actitud vigilante y de alerta ante acontecimientos inesperados previos a la transición. También lo hace de manera pacífica y con alegría; música con marimba, bailes y convivencia, esperando la llegada de un cambio con paz, libertad y dignidad.

Si el tiempo de preparación del adviento implica conversión de los individuos, sus efectos deben trascender en la familia y la comunidad, bajo la inspiración el redentor del mundo. Así también la ciudadanía tiene la esperanza de un cambio, donde el ser humano esté en el centro de las políticas públicas, con instituciones decentes y transparentes al servicio de la ciudadanía. Un cambio para que impere el bien común.

Esa es la conversión deseable. Los que han tenido el control del poder público, la conversión ha de servir para transformar su corazón y su mente, y ponerse al servicio de los sagrados intereses de la nación, y otros, los que accederán al poder ejecutivo, fortalecer nuevas prácticas de hacer política, pensando en servir a los demás, dando cuentas de sus ejecutorias y facilitando el acceso a la información pública para que las organizaciones de sociedad civil puedan realizar sus acciones de autoría social.

Otro país es posible, con la llegada del nuevo gobierno, pero ese desafío no será de su exclusiva responsabilidad. Es necesario que la ciudadanía, empoderada en buena parte por la judicialización de las elecciones, siga en alerta.

En primer lugar, para acompañar al nuevo gobierno, para fiscalizar su desempeño, siguiendo su propuesta programática. En segundo lugar, demandando a los actores antidemocráticos, de sobra conocidos, contribuir a la gobernabilidad política, por medio de la discusión amplia, el análisis argumental y el debate civilizado, para alcanzar las mejores soluciones a los grandes problemas del país.

El tiempo litúrgico de adviento marca el preámbulo de la llegada del nuevo gobierno, tiempo durante el cual también se expresan sentimientos supremos del ser humano, los cuales deben trascender de la familia y los amigos y a la sociedad, para que la conversión sea verdadera. Una conversión para la convivencia, la paz y el desarrollo nacional. Imagen tomada de Google.

Jocotenango, 4 de diciembre de 2023.