Alcaldes deben unirse a cruzada contra la corrupción

Democracia y gobiernos ediles

Ernesto Sitamul[1]

Mi deseo es que los aires frescos de la primavera democrática, con el triunfo a Bernardo Arévalo, trasciendan en los territorios, por medio de los gobernadores departamentales y también de los alcaldes. En ambos casos, comprometidos con el combate a la corrupción.


Los concejos municipales suelen estar conformados por ciudadanos electos por distintos partidos o comités cívicos. Desde que estos funcionarios toman posesión de sus cargos se convierten en representantes del pueblo, no de partido alguno. A las y los concejales que no pertenecen a la organización política con la cual ganó el alcalde, suele llamárseles “concejales de oposición”. Es el concejo, integrado por alcalde, síndicos y concejales, la máxima expresión política del municipio, donde deben analizarse, con suficiente información y soporte técnico, las propuestas de solución a las necesidades más sentidas de las aldeas, zonas y demás centros poblados del municipio. El concejo no puede ser una “máquina” de aprobar proyectos. Los informes o dictámenes de las comisiones internas deben ser ampliamente discutidos.

Una nueva forma de hacer política en las municipalidades aconseja socializar y/o consultar con los vecinos o sus organizaciones, Entre ellas, los consejos comunitarios de desarrollo y los grupos de sociedad civil. Este tipo de prácticas podría motivar a mayor participación ciudadana, enriqueciendo la interacción entre autoridades y vecinos, para generar un clima de confianza, en favor de la gobernabilidad del municipio.

La democracia interna

El debate basado en argumentos sólidos y el respeto a la pluralidad de ideas deben ser características esenciales en las sesiones del concejo municipal. El alcalde es el primero que debe dar el ejemplo. Debe propiciar el diálogo abierto y no se vale descalificar opiniones, por el simple hecho que expresen opiniones distintas a las suyas. Si no hay discusión y libertad de expresión, las sesiones se convierten en un monólogo, donde el alcalde impone sus propuestas. Esto no es democracia. Esto es autoritarismo, el cual se vuelve más severo, cuando el cacique logra su reelección, una y otra vez.

A este respecto hay que señalar que los concejales no desempeñan el papel que les corresponde, tanto oficialistas (pertenecientes al partido del alcalde), como los llamados concejales de oposición. El Código Municipal establece que el concejo o corporación es un órgano colegiado y deliberante. También es la máxima autoridad del municipio. Pero cuanto falta el diálogo y el debate, el disenso y el acuerdo, deja ser ese órgano que delibera sobre asuntos de interés general para el vecindario.

En un sistema presidencialista y con una cultura autoritaria y machista, el jefe edil tiene demasiado poder. Como jefe de la administración municipal cuenta con mecanismos y recursos para manejar el poder local, pero también tiene límites, al estar sujeto a la fiscalización de los síndicos y concejales; sin embargo, esta facultad no es ejercida, lo que allana el camino al autoritarismo del alcalde.

La politiquería local

Cuando se habla de politiquería es obvio que no se refiere a la ciencia política, ni a las prácticas democráticas, transparentes y decentes en el ejercicio del poder político en el municipio. Las prácticas abusivas y corruptas conlleven un desgaste a la imagen de los políticos en general. En la actualidad, la política partidista se asocia con corrupción o enriquecimiento a costillas del pueblo. Es una mala palabra.

Entre algunas prácticas políticas mal vistas por el vecindario se pueden mencionar las siguientes: 1) los “concejales de oposición”, salvo contadas excepciones, más temprano que tarde, paran condescendiendo con el alcalde, a cambio de empleo para un familiar, u otro tipo de privilegio; 2) estos concejales se convierten, a veces, en operadores políticos del alcalde, y reniegan de su ex candidato a la alcaldía, que fue el vehículo para estar en el concejo para municipal, disfrutando de jugosas dietas por sesión. En Antigua Guatemala y Jocotenango, entre otros, se han dado casos de flamantes concejales de oposición que se cambian de camisola, para buscar su reelección con el bando del alcalde; 3) estos concejales suelen involucrarse indebidamente en negocios, que corresponde atender a funcionarios o empleados municipales. 4) cuando los concejales dejan de ser deliberantes, dejan de ser fiscalizadores del alcalde, y se convierten en aduladores.

En resumen, es notorio que los concejales de oposición no tienen identidad partidaria, no tienen afincados valores y principios democráticos, ni éticos. Son incapaces de proponer y defender buenas prácticas municipales como propiciar y fortalecer mecanismos de transparencia, acercar a los vecinos a procesos de rendición de cuentas, y a fomentar la participación ciudadana en acciones de auditoría social.

Las experiencias locales indican que los concejales relegan la defensa de intereses colectivos, por sus propios intereses, con el agravante de abusar del poder para lograr sus objetivos mal intencionados.

No solo del diente al labio


En línea con la cruzada contra la corrupción que habrá de iniciar el gobierno central, los gobiernos municipales también deben contribuir a combatir ese cáncer enquistado en sus estructuras.

Los alcaldes deben dar muestras claras, pero no solo del diente al labio. Deben comenzar con la creación de una comisión que estudie y proponga un plan de ética pública municipal, como lo estableció en 2021, la Contraloría General de Cuentas, cuando lo declaró “Año de la Ética”. Esa comisión debe estar integrada por síndicos y concejales, electos por el pleno.

En aras de la transparencia municipal, se debe cumplir con el Código Municipal que manda celebrar las sesiones del concejo, de manera públicas. También sería conveniente transmitirlas en redes sociales.

La rendición de cuentas cuatrimestral debe incluir a la ciudadanía, no solo en el Consejo Municipal de Desarrollo. La formar de informar debe ser pertinente, accesible y comprensible a los vecinos. Conformarse con proporcionar copia del informe que se envía a la Contraloría es una burla.

La participación ciudadana debe ser promovida por el concejo. Para ello cuenta con una Comisión específica. En algunos casos debe reactivarse adecuadamente el funcionamiento de los consejos comunitarios de desarrollo, como auténticos representantes territoriales. Para fortalecer la democracia local, es conveniente que estas organizaciones no sean cooptadas por el alcalde, porque entonces pierden autoridad para fiscalizar las inversiones públicas en sus respectivas comunidades.

Mis conclusiones


*Los concejales de oposición están llamados a ser el balance en las discusiones y decisiones del gobierno municipal, siempre procurando el bien común del vecindario.

*El alcalde debe ser respetuoso de la diversidad de opiniones, porque un libre juego de ideas y propuestas contribuye a tomar mejores decisiones.

*Está claro que la corrupción no afecta solo el funcionamiento de las entidades del gobierno central. Este cáncer social también ha penetrado los gobiernos municipales, en perjuicio de los vecinos, con obras y servicios sobrevalorados.

*¿Cómo quieren ser recordados los actuales alcaldes?

Joyabaj, 25 de enero de 2024.


[1] Opinión personal. El autor es periodista y socio fundador de Asociación IXIM, organización de sociedad civil dedicada a impartir educación cívica para contribuir al desarrollo local.