El .buen vecino se interesa por lo que pasa en su pueblo

Ese rollo no va conmigo

Ernesto Sitamul

Con frecuencia de lee en artículos de opinión sobre la actitud de indiferencia que campea en distintos sectores y niveles de la sociedad, en torno de asuntos de interés público, es decir, temas que deben motivar o provocar que la gente se involucre o genere discusión, con evidencias y argumentos, que sirvan de sustento al debate abierto y respetuoso.

Comencemos por saber qué es la indiferencia


De acuerdo Diccionario de la lengua española, “Estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado”. O sea, en palabras chapinas es propio de un individuo al que todo le importa un bledo, un vecino al que le vale lo que pasa a su alrededor. Incluso, a su propia familia. Si el alcalde cumple o no las funciones para las que fue electo, al indiferente le da lo mismo.

Si los servicios u obras contratados están sobrevalorados, es decir, por encima de un precio justo de mercado, al vecino indiferente le da igual. Es incapaz de reconocer que el dinero que gasta la municipalidad es producto de los impuestos que pagamos los vecinos, incluido el mismo indiferente.

Desde 2008 existe en Guatemala la Ley de Acceso a la Información Pública, una herramienta que permite al ciudadano solicitar información a las instituciones públicas, como la municipalidad, sobre el destino que le dan a los recursos del pueblo. Aunque ha aumentado el número de solicitudes, es notorio que persiste la indiferencia de los vecinos, especialmente. En el pasado reciente he documentado el caso de vecinos de municipios de Sacatepéquez, que durante un año no solicitaron información pública al gobierno edil. No les interesa. Desconocen la ley. Como sea, se trata de ciudadanos indiferentes.

La indiferencia es terriblemente peligrosa

El pasado 21 de octubre, en el vespertino lahora.gt, Edmundo Vásquez Paz escribió un artículo titulado: La “indiferencia” y el totalitarismo[1], destacando un sermón del pastor luterano alemán Martin Niemöller, el cual revela lo terrible de “la indiferencia”. Afirma Vásquez Paz que “Es una reverenda torpeza tratar de ignorar que, lo que afecta a otros, no nos incumbe a nosotros”.

Las palabras del pastor eran y son sabias, porque a pesar de que fueron pronunciadas hace 76 años, poco después de finalizar la segunda guerra mundial, siguen teniendo vigencia en la actualidad de la sociedad y la política guatemalteca. Decía Niemöller:

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio ya que yo no era comunista”.

“Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio ya que yo no era socialdemócrata”.

“Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté ya que yo no era sindicalista”.

“Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté ya que yo no era judío”.

“Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

En la política guatemalteca, raíz de la salida de la CICIG (2017), vienen sucediendo hechos en contra del Estado de Derecho y de la democracia, que solo favorecen el statu quo, en beneficio de unos pocos, en menoscabo de la mayoría de la población. Ejemplos: el presidente controla y domina el Congreso, aunque su partido es minoritario. Ese Congreso, que le es obediente, no ha cumplido con su deber de elegir magistrados de justicia, durante tres años. La Fiscal General y la Corte de Constitucionalidad están alineados con el mandatario. También se tienen fuertes sospechas del actuar futuro de los magistrados electorales.

Lo preocupante es que, ante los hechos referidos, resalta la indiferencia ciudadana.

No obstante, es visible y relevante el activismo de organizaciones de sociedad civil, de pueblos indígenas, mujeres y de jóvenes. Aunque por ahora, ello es insuficiente para contrarrestar la peligrosa concentración del poder y el abuso que de él hacen quienes lo ostentan.

Solo si la mayoría de la ciudadanía deja de pensar en que ese rollo no va conmigo es posible que en las elecciones generales de 2023 se le de cara vuelta a la pretendida reelección del partido gobernante.

Por lo tanto, la indiferencia en las elecciones no es una opción.

La amenaza a la democracia es real. Si se reelige al partido de Giammattei, Guatemala estará en la ruta de la dictadura. Imagen tomada de google.

Jocotenango, 22 de octubre de 2022.


[1] Encontrado en:  https://lahora.gt/opinion/edmundo_vasquez/2022/10/21/la-indiferencia-y-el-totalitarismo/