Escucha activa y diálogo evita conflictos innecesarios

Si los alcaldes escucharan

Ernesto Sitamul

En cada municipio el alcalde representa la unidad de la población. No obstante, la máxima autoridad es la corporación municipal, de acuerdo con el Código Municipal. El alcalde, los síndicos y concejales son electos por medio de una organización política, pero cuando asumen el poder representan los intereses supremos del pueblo, no del partido. Es así como el alcalde, especialmente, puede contribuir a la gobernabilidad, armonía, y paz social entre los habitantes del municipio.


El alcalde está llamado a ejercer su cargo con liderazgo, lo que conlleva una conducta prudente, inteligente y tolerante, que le permita escuchar con atención y empatía las demandas de las organizaciones locales o de los vecinos en particular. Pero esto no siempre sucede así. Y en ese caso, es lamentable, porque se desvirtúa aquella afirmación de que las autoridades trabajan por el bien común.

Vienen a colación estas reflexiones, porque en días recientes tres municipios se vieron afectados por decisiones del jefe edil, las cuales han afectado la buena relación entre gobernantes y gobernados. El asunto común en los tres casos es el uso de inmuebles municipales por vecinos organizados, como el caso de Parramos, Chimaltenango, donde la alcaldesa pretendía sacar a un grupo de pobladores mujeres que trabajan un huerto. Otro, la decisión del alcalde de Santa María Nebaj, Quiché, de expulsar la alcaldía indígena maya ixil de un local municipal, y el tercer caso, la disposición del alcalde de Antigua Guatemala de sacar a los carniceros de un rastro que funciona desde hace 80 años en un inmueble municipal.

Falta de planificación, de comunicación y de sentido común para atender. A juzgar por las noticias de varios medios de comunicación, el proceder de la autoridad municipal, los posibles afectados nunca recibieron una comunicación oficial de la alcaldía. Tampoco fueron invitados a una reunión para hablar del asunto. Se puso en evidencia un proceder apresurado, incluso hasta con mala intención. Sin previo y oportuno aviso no se podía ejecutar un desalojo de la noche a la mañana. Incluso, si hubiese mal uso de las instalaciones, según los términos convenidos por las partes, se debe proceder con mesura. Las consecuencias pueden ser imprevisibles y trágicas, como ocurrió en Parramos, donde la acción de desalojo generó alta tensión, con disparos de gente de seguridad al servicio de la alcaldesa.

En Nebaj, las autoridades indígenas se opusieron a la acción del alcalde, quien justificaba que la medida era temporal, para dar lugar a reparaciones del inmueble municipal, pero los afectados no le creyeron al alcalde, indicando que la acción era una venganza contra la alcaldía indígena, por haber presentado denuncias contra el jefe edil, a causa de las cuales el mes pasado perdió su derecho de inmunidad. En estos dos casos la autoridad local no logró su cometido, por la férrea oposición de los afectados. Y en el segundo, el juez penal de Nebaj resolvió a favor un amparo.

Por su parte, el alcalde antigüeño pretende sacudirse a los usuarios del rastro, donde de destaza ganado, que surte de carne el mercado local. La oposición de los usuarios y la presión social impidió que se ejecutará el desalojo, y obligó a instalar una mesa de diálogo entre las partes, para alcanzar una solución sensata e inteligente. En ese inmueble, la administración municipal pretende construir un centro recreativo, de primer nivel, dice el jefe edil. De acuerdo con una publicación (05-09-2022) de Ojoconmipisto, desde la administración de la alcaldesa Susana Asensio existe una disposición de cerrar dicho rastro.

Tomando en cuenta el contexto de los tres casos, estimo que faltó que un proceso administrativo adecuado o, así lo había, el alcalde se saltó las trancas de buenas prácticas municipales: escuchar de manera activa a los vecinos y líderes sociales, ponerse en los zapatos de los posibles afectados y generar diálogo deben ser claves en el comportamiento de la autoridad municipal. En el caso del flamante rastro municipal de Antigua, es casi seguro que los arrendatarios ignoraron las primeras señales, creyendo que eran de humo, y parece que reaccionan cuando ya tienen la soga al cuello. O sea, hay vecinos y ciudadanos en general que, mientras no les toque su bolsillo o sus intereses no ponen atención ni se involucran en asuntos públicos que afectan a la población.

Tanto la falta de escucha activa de las autoridades, como la falta de participación ciudadana genera un distanciamiento entre gobernantes y gobernados, y se convierte en tierra fértil para la desinformación, el desencuentro, protestas callejeras y hasta actos violencia, todo lo cual altera el orden público local, en perjuicio de la paz, la armonía y la gobernabilidad. Imagen tomada de Google.

Jocotenango, 6 de septiembre de 2022.