Elección en medio de la pandemia

Enmascarados eligen Cocode

Ernesto Sitamul

Una vía pública fue el “recinto” para la elección de autoridades comunitarias. Esta vez, el acto electoral se llevó a cabo en la calle, a falta de un salón apropiado, en vista que la pandemia del Covid-19 (que agobia al mundo entero), obliga a guardar medidas extraordinarias de distanciamiento social, uso de mascarilla y aplicación de alcohol en gel, para prevenir nuevos contagios. La asamblea comunitaria podría haberse celebrado de manera virtual, pero esa opción no ha sido autorizada por la Secretaría de Coordinación Ejecutiva de la Presidencia (Scep) que tutela la Ley de Consejos de Desarrollo. Y tampoco, los pocos vecinos que se interesan por esta elección tampoco disponen de esa aplicación moderna de la tecnología de la comunicación.


A pesar del intenso frío, talvez 14 grados, imperante el sábado 9 de enero pasado, más de una veintena de vecinos de la comunidad identificada como zona 2 de Jocotenango, se reunió para elegir a su Cocode, para un período de dos años, según lo establecido en el Decreto 11-2002 y su Reglamento. Jocotenango es un pueblo de poco más de ocho kilómetros, con 21,657 habitantes, situado al norte de Antigua Guatemala. Unos 200 volantes fueron repartidos, casa por casa, en la Calle Real, de El Gallito a El Guarda y sus callejones aledaños, pero solo un 20% aproximadamente respondió a la convocatoria.

Esta actitud no es nada nuevo. La mayoría prefiere la comodidad; es indiferente a la participación, y solo se interesa de manera egoísta cuanto tiene un problema específico que le afecta. En la misma asamblea comunitaria de elección hubo dos voces reclamando que atención y pidiendo descentralización del Cocode; es decir, que la directiva fuese integrada por personas de distintos sectores de la zona. Sin embargo, a la hora de “rajar ocote” esas mismas personas se justificaron para no participar, aduciendo supuestos compromisos de trabajo. La zona 2 jocoteca está compuesta por una población cada vez más heterogénea, menos comunicativa. La gente originaria ha envejecido, o se ha muerto. Y sus descendientes no tienen aquel espíritu comunitario. Aparte, la zona se ha poblado con muchas personas de pueblos indígenas del altiplano occidental de Guatemala, quienes tampoco se involucran en asuntos de interés local, sea por desinterés, sea porque falta de comunicación. No obstante, me consta que la dirigencia comunitaria “peinó” el sector con un volante de convocatoria, durante los ochos días previos a la elección.

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En esas condiciones no es fácil la renovación del liderazgo comunitario. Cuando el presidente preguntó una y otra vez a los asistentes si había propuesta de candidatos, reinó el silencio. Cuando preguntó si había voluntarios que quisieran participar a algún cargo, otra vez reinó el silencio. Aquellos que criticaron al Cocode también se quedaron callados. O sea, pues, no es lo mismo “verla venir que tenerla”. No es lo mismo está cómodo en casa, que asumir voluntariamente un cargo de servicio comunitario. El entorno del acto electoral era singular. Como si estuviéramos en un convite de feria, los asistentes, apenas si nos reconocíamos. Todos teníamos la cara cubierta por una mascarilla, por razón de la pandemia. Uno como yo, con lentes, además, resultaba menos reconocible en el grupo, bajo la tenue luz pública del callejón a San Isidro. Después de varios ensayos se logró conformar una planilla, basada en los dirigentes que estuvieron dispuestos a continuar por otros dos años. Y fue así como se logró, entre enmascarados, elegir el Consejo Comunitario de Desarrollo.

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Lo novedoso y agradable fue la inclusión de dos jóvenes. Una mujer y un hombre, novatos en estas lides, pero con un gran deseo de participar y de aportar a la comunidad. Uno esperaría que esta actitud juvenil, poco frecuente, sirva de ejemplo a otros jóvenes, no solo de esta zona, sino todo el pueblo de Jocotenango. Mi hermano, Miguel Ángel, quien nos lo arrancó la pandemia del nuevo coronavirus, el pasado 15 de septiembre, día del aniversario patrio, solía decir que “quien no vive para servir, no sirve para vivir”, dura expresión contra los comodones, dicha por un ciudadano que ejerció sus derechos y deberes, con voluntad, responsabilidad y transparencia. Sirvió muchos años en la dirigencia del Cocode de la zona, y la muerte la sorprendió siendo presidente de una asociación civil denominada Asociación de Vecinos de Jocotenango. En ambos casos, fue su representante legal ante el Consejo Municipal de Desarrollo (Comude) y activo miembro de la Comisión Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Comusan).***

Saludo con entusiasmo y esperanza, la elección de Sandra Noelia Machán, en una vocalía, y de Daniel Camargo, en la Secretaría del Órgano de Coordinación (directiva) del Consejo Comunitario de Desarrollo de la zona 2 jocoteca

Jocotenango, 10 de enero de 2021.

Foto tomada de Google