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Una vida entregada al magisterio y al periodismo

Recordando a un amigo

Con aprecio a su familia, en particular a sus hijas Vicky y Ericka, así como a Marito

Cuando han pasado cuatro meses y días después del 12 de agosto de este año, llegó la fecha de su cumpleaños, este 20 de diciembre, siempre motivo para celebrar la vida, con su cajita de pandora que es el recorrido terrenal del ser humano. Con fortalezas y debilidades, con aciertos y errores, con alzas y bajas, la vida lo forja a uno, y esto no depende solo de la voluntad individual, también del entorno inmediato: la familia, la escuela, la comunidad, el país.

Por lo general, antes o después el 20 de diciembre, era seguro un encuentro gastronómico, aunque a veces, el festejo podía ser en grupo en su casa. En mi caso, la distancia no era obstáculo para provocar una reunión, y celebrar la vida. Esta fue una amistad construida en la década del 70, a partir de experiencias vitales, como ser allegado a sus padres don Mario y doña Cruz, y con sus hermanos mayores Luis Alfredo y Ricardo Alberto López García, ambos con inclinaciones vocacionales en el oficio de la comunicación social, especialmente en la radio.

Cuando yo era dirigente del ciclismo antigüeño, esa relación se fortaleció, porque el pequeño de los hermanos López García, se convirtió en un promotor generoso en nuestras competencias dominicales. Cuando decidimos realizar la primera vuelta a Sacatepéquez, al precoz periodista se le ocurrió que podíamos transmitir el evento por la radio, época en la cual no había la tecnología como la actual. Contar la historia completa sería muy extensa. La idea se ejecutó, concretándose en una transmisión en DIFERIDO, pero muy dinámica, lo que generó buena impresión en la audiencia

Mi amigo Mario Domingo era un periodista empedernido y apasionado en sus iniciativas como La NOCHE INFORMATIVA, que se convirtió en un medio insignia en el periodismo de La Antigua Guatemala. Polémico, como su hermano mayor, dejó huella indiscutible con su opinión editorial, sección que constituye la columna vertebral de un medio de comunicación. Porque no es suficiente con informar, también hay que interpretar los hechos, para fijar una postura ante la problemática estructural o coyuntural.

En este punto, destaco las habilidades para improvisar en la mayoría de sus editoriales, entendiendo que, hacerlo de esa manera supone o requiere disponer de información y soporte argumental. A veces le bastaba un papelito simple, con apuntes mínimos que eran suficiente para inspirar en él una opinión. Con esto heredó el estilo de su hermano, Luis Alfredo, a quien raramente se le vio con una libreta y un lapicero, quien también tenía una memoria envidiable y capacidad de análisis.

Su entrega periodística también lo llevó a crear otro medio radial que llamó IMPACTO NOTICIOSO, el cual se transmitió en dos épocas desde emisoras asentadas en la cabecera departamental de Chimaltenango, lo que amplió su cobertura de audiencia y dejó evidencia de su vocación, proyectando su producción informativa a nivel regional.

Otra grata experiencia para mí fue el lanzamiento de la radio revista semanal ANÁLISIS, que se transmitió varios años en la antigua Radio LUMINARIA, después llamada radio Amiga. Como ponente de la idea, me tocó hacer la producción del formato, incluyendo un resumen noticioso de lo más importante de la semana, y con secciones de entrevista, análisis histórico, análisis político y una franja deportiva. En este proyecto es justo recordar al periodista y locutor Pablo Cortez, quien asumió las tareas de producción, en la cual era exigente con quienes aportábamos algún contenido. Pablito, como lo tratábamos entre amigos, no dejaba “santo parado”, pues al mismo Mario Domingo le llamaba la atención cuando algo no se hacía conforme el guión planificado.

Con Mario Domingo, cultivamos una confianza mutua, que trascendió las relaciones interpersonales, para poder llevar diversidad de contenido y de opinión a la audiencia. En muchas ocasiones disentíamos en los enfoques y en los razonamientos de nuestras opiniones. Yo solía hacer cuestionamientos que tocaban intereses de los anunciantes, pero eso nunca condujo a que me limitara mi legítimo derecho de libertad de expresión y de opinión.

Otro caso, ocurría con las entrevistas que él me hacía sobre diferentes tópicos políticos de la ciudad o algunos municipios del departamento de Sacatepéquez. Más que información, las entrevistas giraban en torno de opiniones, en las cuales yo no era necesariamente complaciente o coincidente con mi interlocutor. Por lo menos en dos casos, Mario Domingo cuestionó mis opiniones en sus editoriales, pero esas divergencias quedaban comprendidas en el marco del respeto y la confianza mutua.

Mario Domingo siempre fue un defensor de la libertad de prensa y de expresión. Fue valiente y tenaz en sus opiniones, las cuales le granjearon algunas antipatías, especialmente de sujetos político partidistas. Yo siempre le planteé el dilema que significaba la pauta publicitaria de municipalidades, porque esa relación generaba conflictos de interés. Sin embargo, su explicación era, no solo en privado, sino en público, que: “publicidad no es complicidad”.

Este asunto le cobró factura, cuando el alcalde de la Antigua Guatemala, período 2020-2024, disgustado por sus opiniones de la gestión municipal influyó en la radiodifusora Sabrosona, donde se transmitía La Noche Informativa, para que el contrato por la compra de tiempo, incluyera una cláusula de prohibición para no molestar al “señor alcalde”. Resultado, el periodista no aceptó la censura o imposición y prefirió buscar otros horizontes. Para mí, eso fue un acto de dignidad y de valentía, de memoria e historia, recordando a su hermano mayor, Luis Alfredo López García, a quien llamaba el periodista mártir, porque su muerte es parte del doloroso conflicto armado interno que vivió Guatemala durante 36 años.

En los últimos 15 años del presente siglo compartimos más seguido, en ruedas de café, o con platos formales, a veces, acompañado de una botellita de Botrán añejo 12 años, solo para evitar eventuales consecuencias indebidas de la comida. También hubo ocasiones en que la celebración era de tipo familiar, en su casa. 

También hubo reuniones de cumpleaños en mi casa, con presencia de periodistas locales, a veces algunos capitalinos de mi generación. Aquí disfrutábamos de suculentos y deliciosos platos de pepián y sopa de arroz, o carne guisada, o revolcado. También podía haber chilenos rellenos, de verdad, rellenos con carne de cerdo, acompañados de una salsa de chiltepe y tortillas recién salidas del comal, y de refresco, chicha de la buena, esa que brindo en los Jocotazos de Ayer y Hoy, proyecto que llevo a cabo en la víspera del mes de la Virgen de la Asunción del viejo pueblo de Jocotenango.

Mario Domingo solía decirme: “el 20 de diciembre no acepto invitaciones”, porque era el día mayor de celebraciones. En serio o en broma, siempre hubo oportunidad de compartir, que es lo más importante.

Desde hace más de cuatro meses, ya no resuena su voz en la radio, pero vibra en la memoria de la audiencia, de sus amigos y de su familia. La muerte física es un evento inexorable, inevitable, a veces, sorpresiva, otras, predecible cuando la vida misma comienza a cobrar facturas. Como sea, es un hecho que, generalmente, nos cuesta entender, a pesar de la “cultura necrológica” en las prácticas sociales, culturales y religiosas, como apuntaba el recordado y renombrado antropólogo guatemalteco Celso Lara Figueroa, cuando describía la conducta colectiva después del Viernes Santo.

Al recordar la transformación de Mario Domingo López García, el 12 de agosto de 2025, cito una frase del escritor Javier Payeras:…”la muerte no es mala, pero es triste”.

Xocotenango, 21 de diciembre de 2025.

 

 

 

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