¿Cómo detectar mentiras de los candidatos?
Ernesto
Sitamul
Hace algunos años el expresidente Alfonso Portillo no tuvo empacho en confesar durante una entrevista, que él había mentido en la campaña electoral de 1999, para alcanzar su objetivo: llegar a la presidencia de la República. Mientras el individuo consigue lo que quiere, no importa cuáles sean los medios, aunque esto conlleve faltar a la verdad, ofrecer a los votantes, lo que él sabía que no podría cumplir, de llegar al guacamolón.
En el presente texto, me refiero a la mentira política, aquella acción que cometen los dirigentes o los candidatos, desde el que aspira a la presidencia, hasta el alcalde más alejado de la metrópoli, pasando por los que quieren ser diputados. La amplitud de esta mentira es abarcadora de una multiplicidad de individuos, al incluirse en sus efectos, a los ciudadanos que son los votan en las elecciones. Creo, de manera empírica, que puede haber dos dimensiones generales de la mentira política. Una, aquella que se construye solo desde el fuero del candidato. Un ejemplo, puede ser cuando utiliza distinto discurso según la audiencia con la que habla. Y, la otra mentira política es la que constituye una posición oficial u organizada del partido postulante. Ya no es una cuestión espontánea, sino una acción planificada.
Estas
reflexiones vienen a colación, porque el Departamento de Organizaciones Políticas del Registro
de Ciudadanos detectó personas fallecidas entre los adherentes de OCHO GRUPOS Promotores para organizar partido político. Para conocer la lista de
estos grupos, nombre del Secretario General Provisional, y las resoluciones
negativas a otros nueve grupos, ingresar al siguiente link de elPeriódico: https://elperiodico.com.gt/sociedad/sucesos/2022/01/16/ocho-grupos-para-formar-partidos-politicos-incluyeron-fallecidos-entre-los-afiliados/
Un
caso similar se identificó el año pasado, por el cual varios de sus dirigentes
fueron acusados por el Ministerio Público, y ahora están ligados a proceso. Si la ley
electoral se aplica por igual a todos los ciudadanos vinculados a estos
procesos, el Tribunal Supremo Electoral tendría que denunciarlos ante la
Fiscalía General, para investigar y deducirles responsabilidades penales.
El
campo de la política partidista y electoral no es ajeno a la mentira. No
obstante, la aceptación de Portillo, de que mintió a los guatemaltecos para
ganar, es una confirmación de su uso en las campañas electorales. En este caso,
hay un problema serio, cuando los votantes prácticamente legitiman la mentira,
sea porque se conforman con solo ir a las urnas a emitir el voto, sin que
previamente se hayan informado de los candidatos y de su propuesta de trabajo.
De esta manera, los ciudadanos se convierten en cómplices ciegos de la mentira.
Además, cuando comparten con amigos sus preferencias políticas, están
multiplicando la mentira, originada en los candidatos o los partidos políticos.
Lo
ocurrido con ocho de los grupos pro partido político es grave, porque queda
evidenciado que desde el inicio hacen trampa, o falsean la realidad al incluir
personas fallecidas en sus listados de adherentes. Alguien puede decirme que todos actúan de
esa manera, aunque teóricamente parezca temerario generalizar la mentira, como
herramienta para alcanzar objetivos, no importando el cómo se logra.
El caso de las firmas falsificadas de adherentes, plantea obligatoriamente dos
interrogantes: 1) ¿Se trata de nuevas generaciones de dirigentes políticos? 2) ¿son
líderes reciclados de partidos pertenecientes a la llamada “vieja política”.
Independientemente de las respuestas, el panorama político partidista no pinta
como para rescatar y fortalecer la democracia guatemalteca, cada día más
desmerecida por la acción grupos e individuos que han cooptado el sistema, para
beneficio de intereses particulares.
La
mentira también está asociada con la manipulación y la desinformación,
fenómenos que ahora tienen un aliado decisivo, como son las redes sociales,
incluyendo las flamantes netcenter, que pueden difundir información falsa, con
tanta insistencia y en varias plataformas, que convierten la mentira en verdad.
Frente
a esa realidad verdadera, es necesaria una ciudadanía activa e informada. Una
ciudadanía que se interese por conocer el perfil de los candidatos, las
propuestas de trabajo. Una ciudadanía que analice la viabilidad de las
propuestas electorales, comparándolas con los recursos económicos de las
instituciones.
Sabiendo
que la mentira es un recurso del que se valen los candidatos, la ciudadanía
consciente debe asumir un papel crítico, para no ser cómplice de candidatos
mentirosos, que, además, se creen los ungidos o indispensables para ejercer el poder,
desde la alcaldía municipal.
San
Andrés Ceballos, 16 de enero de 2021. Imagen tomada de Google.