Baile popular, acompañado de clandestino o "cusha" y "chicha" de jocote de corona.

La Zarabanda

El baile popular La Zarabanda fue el tema central del conversatorio Jocotazos de Ayer y Hoy, celebrado el pasado 29 de julio, en el salón comunal de la colonia Los Llanos, Jocotenango, Sacatepéquez, dando la bienvenida al mes de agosto, cuando se celebra a la Virgen de la Asunción, patrona espiritual de este pueblo.
Se debe distinguir entre la danza y el baile; la primera es una expresión con música clásica, con movimientos rítmicos, lentos, o acompasados; mientras que el segundo es un baile de carácter popular, abierto a todo público, donde no se pagaban boletos de entrada.


Los conversadores fueron Antonio Palacios Molina y Trinidad Ortiz, con la moderación del promotor de los Jocotazos, Ernesto Sitamul, quien hace 12 años decidió realizar esta tertulia histórica y cultural, como una forma de contribuir al fortalecimiento de la identidad local y rescatar tradiciones perdidas o transformadas de sus formas originales. El comunicador e historiador Tomás Ixcamey tuvo una importante participación sobre datos históricos de bailes en Jocotenango, basado en entrevistas que realizó a los esposos Florentín Valle y Guadalupe Vela de Valle.
En el orden, Trinidad Ortiz, Ernesto Sitamul y Antonio Palacios
Hubo coincidencia al mencionar a don Venancio Jerez, como uno de los últimos promotores de los salones de baile de zarabanda; el suyo fue conocido con el nombre “San Simón”, en la Calle Real de Jocotenango. Por mi parte, comparto que hacia mediados del siglo pasado, Jerez también solía improvisar una champa de lámina, con parales de madera adornados con hoja de pacaya y en el piso de tierra regaba pino; animaba la zarabanda una marimba sencilla, donde abundaba el licor, tanto el de marca, como el clandestino (cusha) y la chicha, un fermento basado en jocote de corona y enriquecido con cordoncillo, jengibre y dulce de petapa, también conocido como panela.
Para ingresar al salón no se requería pago alguno. El negocio consistía en el cobro por pieza y la venta de licor. Incluso, cuenta Ortiz Vega, que había ofertas de seis piezas por 25 centavos de quetzal. Eran tiempo que en que una hora de marimba sencilla costaba Q.3. El cobro a los bailadores se hacía por medio de un lazo de pita, tomado de los extremos por dos personas, quienes lanzaban el lazo para cubrir a cada pareja. Nadie de salvaba de pagar. Cuando había muchas parejas, se alargaba la pieza, para que diera tiempo cobrar a todas las parejas.
La zarabanda es un baile que no requería preparación, generalmente los bailadores, animados por los tragos o aperitivos se lanzaban al ruedo; primero, con un trago “entre pecho y espalda” ya se sentían valientes para ir a pedirle la mano a una muchacha; aunque a veces no salía uno afortunado, cuenta Tono Palacios, peor “si uno era algo feíto”.

Según Trinidad Ortiz, en tiempos lejanos la iglesia católica habría prohibido este baile, por considerarlo profano, morboso y deshonesto. De acuerdo con su relato, la zarabanda se prestaba para lucir blusas con pronunciados escotes o faldas cortas, por parte de las damas, y combinado con la euforia de los hombres, por el consumo de bebidas espirituosas, provocaba situaciones fuera de la ley o de la moral.
De izq a der, segundo, Tomás Ixcamey, quinto, Victor Coroxón.
A veces había pleitos entre parroquianos, por querer bailar con la misma mujer. Se podía llegar, incluso, a las trompadas. Todo dependía del grado de conciencia de los interlocutores, pues como hemos apuntado, el trago abundaba. Pero las bajas pasiones podían derivarse de sentimientos más profundos entre una pareja. Para ingresar a la zarabanda solo había dos prohibiciones según expresaron los conversadores: i) tirar al piso “chencas” o residuos de cigarrillos, y ii) lanzar gargajos al suelo. La razón es que provocaba daños a pies de los bailadores, pues había muchas personas sin calzado.
La marimba que tocaba en salones de zarabanda era sencilla o simple[1], tocaba piezas populares, como sones, boleros o cumbias y sones. A veces las piezas eran interminables. Por eso, cuando en una fiesta familiar la pieza se alargaba, la gente solía decir: “parece música de zarabanda”.
Variantes y conceptos
Con el antropólogo Carlos René García Escobar podemos dejar en claro, sobre la zarabanda, que cuando se menciona danza se refiere a lo clásico, mientras que se habla de baile, se refiere a lo popular.
En Jocotenango, hacia mediados del siglo pasado, no se conoció que los bailadores de zarabanda tuvieran la cara cubierta con máscara. Es posible que en otras latitudes de esa forma se haya practicado, tal como aparece en la escenificación de El Palmar, Quetzaltenango.

Xocotenango, julio de 2017




[1] Más de alguna vez, en lugar del instrumento nacional, la música era producida por una rockola.